Cayendo en carne ajena ("Ich töte mich jedesmal...-Sopor Aeternus and the Ensemble of Shadows-1994)





Obviemos la información de Wikipedia, despidámonos de todas las referencias biográficas y todo lo que montan en los blog acerca de este personaje enigmático y oscuro que no se presenta ante "mortales". Hágase el favor de apagar la luz de su casa, de su cuarto, del sitio donde esté y reproduzca, no sin miedo (porque debería tenerlo) ni prevención (porque no deberia escucharlo nunca), cualquier canción del track list.


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Ese dramatismo y teatralidad, puro síntoma de mirar adentro y no encontar mucho más que desiertos o paraísos tristes desdibujados por la pena, evidentes en su estética como en sus líricas, te arrastran, te abisman en la introspección más arbitraria; la introspeccion de la Diosa.


Es vértigo lo que sentiste, es una reverberación de las angustias, un placer exquisito cuando te enteras de que nada más suena o va a sonar así. Así es Ana Varney Cantodea, la Diosa, la irrepetible señora de las percusiones dilatadas hasta la demencia, de los lamentos extendidos por minutos que no salen de tu cabeza poque son agua para la maceta de desierto que llevas en la boca, la señora cayendo en carne ajena que afirma en The Feast of Blood:




(...)


Alas!, this fest shall never end


Until in Hell we all descend.




(Ah! este festín nunca acabará




Hasta que todos descendamos en el Infierno)








Me mato siempre de nuevo pero soy inmortal y me levanto de nuevo en una vision del fin.